viernes, 23 de diciembre de 2016

Querido Diario


Desde que empecé a descubrir mi aspecto de sumiso fui dando tumbos de un lado a otro perdiendo la esperanza en más de una ocasión de encontrarme con esa mujer dominante que viera o viviese el Femdom de la misma manera que yo.

Lo hice, me costo mucho dar con ella, hasta que la casualidad del destino hizo que nuestros caminos se cruzasen de forma inesperada.

Fue un momento muy especial para mi, lo viví de forma muy emocionante y me ilusionaba con apenas leer unas líneas de sus mensajes. Me excitaba, sólo el pensar en ella, era una sensación única que no había sentido antes, siempre pendiente del más mínimo detalle para poder contestarle de forma inmediata.

En mis pensamientos no había otra Dominante ni mujer que ella, una imagen, un simple o sencillo texto y el suspiro era inevitable, una emoción inexplicable recorría mi cuerpo.

Usted sabe que siempre he ido con honradez, que no he ido ni con mentiras ni falsedades, que cuando me ha ordenado algo lo he hecho lo más rápidamente posible y siempre que las circunstancias de nuestras respectivas vidas privadas lo permitían, lo sabe, sabe que es cierto.

Me está doliendo más de lo que pueda imaginar, y eso lo sabe también.

Usted es más que consciente del cuerpazo que tiene. Cualquiera dirá o diría que es un super-sumiso con tal de echar un polvo o comerle el coño como dice en muchas ocasiones. Es muy inteligente para descubrir a semejantes personajes que falsean la realidad para ocultar su verdadera intención, también sabe cual es.

Recuerda lo que suspiraba con hacerle ¿lo recuerda? y  no es porque no me gustase comerle el coño o echar un polvo, que a nadie le amarga un dulce, sino porque era la forma sencilla a través de la cual podía darle placer o un buen momento de relajación si lo consideraba oportuno. Lo sabe, sabe que no he ido con falsedades ni malos rollos.

Por eso me ha sorprendido mucho la reacción que ha tenido, por eso me duele tanto que piense que no le he dicho la verdad.

Al final se llega a la triste conclusión de que no se puede ir con la verdad, que de vez en cuando hay que disfrazarla con mentiras porque de lo contrario se pensará que se miente cuando en realidad se está siendo sincero.

Pues no, lo siento, pero voy a seguir siendo igual de idiota. Aunque me duela, seguiré siendo sincero. Mi confianza y respeto siempre ha sido plena, y lo sabe.

Adiós, mi querido Diario.